La Tristeza como vía de conocimiento
¿Qué es la tristeza?
Un síntoma, una percepción subjetiva de un estado emocional concreto, un vacio, una sensación inconmensurable, etc. Podríamos tener definiciones infinitas por infinitas personas a quién preguntáramos.
La tristeza es una emoción genuina del ser humano que nos conecta con nosotros mismos, es una vía de autoconocimiento que nos permite reconocer que sentimos con respecto a diferentes experiencias en la vida, tanto internas (subjetivas, yo siento que…) como externas objetivas (p. ej.: pérdidas ).
Normalmente huimos de esta emoción no queremos estar tristes, buscamos formas de escaquearnos, fármacos, adicciones, distracciones, etc.; todo para no sentir para no reconocer lo que nos está diciendo esta emoción, con que nos conecta. Tenemos miedo a sentir que no podremos salir de ahí, pero no es cierto, como dice un proverbio Chino:
“Nunca podrás apreciar, el valor de una sonrisa, si nunca te has sentido desgraciado y triste”
La tristeza nos habla de nosotros de lo que sentimos, es una reacción sana ante la vida que no está exenta de sufrimiento, la dificultad está en si permaneces en este sentimiento por mucho tiempo que entonces es cuando puede desembocar en un trastorno que llamamos depresión, pero la tristeza no es la depresión.
Hay momentos en nuestro proceso vital, en palabras de Jung en nuestro proceso de individuación, que nos perdemos, pérdidas laborales, de amigos, de familia, de proyectos y esto nos hace estar triste, si somos capaces de permanecer en esta sentimiento sin miedo, ni prejuicio, es una vía de conocimiento porque nos pone de una forma objetiva en nuestra realidad, nos permite hacer balance de donde estamos, que queremos y ha donde vamos.
“La vida es aquello que pasa mientras que pensamos que hacer con ella”
Cada día sale el sol y se abre una cantidad de posibilidades que hemos de ver, disfrutar y sobre todo vivir; reconociendo que somos seres complejos, con una gran capacidad de amar y eso nos hace grandes e únicos, también nos hace vulnerables, que no quiere decir débiles.
La tristeza consciente nos hace fuertes, porque reconocemos nuestra humanidad. Recuerdo la película El hombre Bicentenario un robot que quería ser humano, funcionalmente y aparentemente era un humano perfecto no envejecía, no sufría, no enfermaba, no sentía; pero en su interior se genero el deseo de ser humano que era aquello que él no tenía y lo buscaba desesperadamente, el sonreír, el llorar, el sentir, el envejecer, etc.
Creo que vivimos en una sociedad en la que impera el no sentir, el ser un robot, perfecto, bello, que no envejece, que no se enferma, que no siente y todo esto está en contra de nuestra naturaleza.
Esperanza Pérez y J.C. Albaladejo
Psicólogos Clínicos y Analistas Junguianos