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¿Para qué sirven las terapias para parejas?

«Somos una pareja que tiene conflictos. Ella es un taladro y nunca olvida el pasado. Él no me escucha ni está por mí. Llevamos así… mucho tiempo. Algunos amigos nos han sugerido ir al psicólogo, pero no lo tenemos claro. Seguimos hablando, estamos bien, y los choques vuelven a aparecer. Ella sufre y se siente desgraciada. Él no puede resistir más tiempo los reproches. Una amiga nos ha recomendado Esperanza Psicólogos, ella hizo terapia individual y se sintió muy bien tratada, y dice que también hacen terapia de pareja.

 

Si vamos, ¿valdrá la pena el esfuerzo? ¿nos podrán ayudar? ¿o lo nuestro no tiene arreglo?»

Si los dos queréis estar bien, el esfuerzo valdrá la pena.

Si los dos os esforzáis, os podemos ayudar.

Todo lo que se desea “arreglar”, tiene “arreglo”.

Gracias a mostrar vuestros conflictos, dudas, sufrimientos, y alegrías, delante de un tercero imparcial y profesional, que os ayudará a ser conscientes de lo saludable y conflictivo en cada uno de vosotros, y en vuestra relación.

Lo primero a tener en cuenta antes de ir a una terapia con tu pareja: no hacemos milagros, eso, si acaso, lo haréis vosotros con nuestra ayuda. Por nuestra parte, no pretendemos “obligaros” a seguir juntos cueste lo que cueste, sino que vamos a averiguar qué es lo que necesitáis, si seguir juntos pero con cambios importantes, o separaros de la mejor manera posible.

Y, al igual que sucede con los sueños, muchas veces nada es lo que parece, y pondré dos ejemplos:

Recuerdo una pareja cuya demanda fue que les ayudáramos a separarse; sin rabia, sin rencores, de buenos modos. Esperanza, sin desoír su demanda, indagó sobre qué les llevó hasta el momento presente, cuáles eran sus puntos irreconciliables… y cuáles aquellos que les habían unido. La sorpresa fue que, en el devenir de las sesiones, desarrollando una actitud conciliadora y de escucha para separarse bien, se dieron cuenta de cuáles eran sus propios fallos y defectos, los de cada uno, y que lo que les había unido ¡aún seguía vivo!. Esa actitud de escucha tranquila, nacida en las sesiones, les hizo darse cuenta no sólo de que se amaban, sino que estaban dispuestos, y eran capaces, de modificar su conducta y, sobre todo, su comunicación. Con lo que decidieron seguir juntos, potenciando los puntos fuertes, los que les unen, y modificando los conflictivos.

Asimismo, recuerdo a otra pareja, con un hijo en común, donde él hacía todo lo posible por seguir con ella, y modificar lo que hiciera falta, mientras ella no realizó el mismo esfuerzo. Yo detecté que el punto conflictivo no estaba en la relación, sino en ella, pero tampoco consintió en abordarlo, y decidió separarse. Eso sí, de buenas maneras. En este sentido, el resultado final no fue malo, pero yo me quedé con una sensación de frustración por trabajo incompleto. Pero donde no me dejó llegar, la vida lo hizo: pasó el tiempo (no mucho), y al ver que él llevaba una vida independiente y más o menos feliz, y ella no, empezó a plantearse lo que yo le dije, si “el problema” radicaba en ella. Al final, tras unos encuentros (él deseaba volver con ella, al mismo tiempo que le daba miedo), se confirmó mi planteamiento, ella abordó “sus” temas… volvieron a estar juntos, y tuvieron otro hijo. Felices hasta hoy.

Como veis, los psicólogos que practicamos tanto terapia individual como terapia con tu pareja, realizamos un “traje a medida”: qué es lo que se pide, y lo que no; qué se dice, y qué no; qué se ve, y qué no. En la pareja, no “removemos la mierda”, ni se viene a las sesiones a pelearse: averiguamos qué de bueno hay en cada uno y en la relación, cómo se puede fortalecer, y si se está dispuesto a ello. Y de “la mierda” pasada hacer un buen abono presente.

Juan Carlos Albaladejo

Psicólogo Clínico

Analista Junguiano

ESPERANZA Psicólogos